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Ana Paula Maia: "El apocalipsis es un mecanismo de control"

Ana Paula Maia: "El apocalipsis es un mecanismo de control"

“No hay un infierno bajo nuestros pies ni un cielo protector sobre nuestras cabezas. Lo que existe es el vacío que llena nuestros pensamientos”, escribe Ana Paula Maia en Búfalos salvajes, su última novela. Editada en nuestro país por el sello Eterna Cadencia, allí retoma personajes anteriores, algo habitual en su universo literario, para explorar tiempos oscuros.

El protagonista es Edgar Wilson, un artesano experto en el arte de matar animales casi como un ritual. Aquí, a diferencia de producciones anteriores donde abundan los personajes masculinos, también aparece una mujer, la misteriosa Rosario, viuda del dueño de un viejo matadero donde se instalará Wilson. A la vez, también irrumpe un crímen sin resolver. Este aturdidor volverá a su viejo oficio mientras se narra un tiempo muerto en donde un fin del mundo profetizado finalmente nunca llega.

“Durante muchos años, dentro de una cultura judeocristiana, esperé el apocalipsis”, le confiesa a Clarín la autora. Reflexiona sobre su novela y, al mismo tiempo, sobre los temas que se desprenden de la misma: la relación con los animales, la muerte, la masculinidad y el miedo que puede generar la llegada del fin de todo lo conocido.

–Este libro retoma personajes de novelas anteriores. ¿Cómo fue para vos la construcción de este peculiar universo que indaga en la masculinidad, la violencia, la muerte y la decadencia post-apocalíptica?

–Fue una evolución gradual. Desde la publicación de mis primeros libros, me di cuenta de que todos estaban conectados, no sólo por mí como autora, sino porque comunicaban algo que me superaba: la historia de un microcosmos lleno de horrores, sensaciones y reflexiones.

–¿Qué te interesa de los personajes masculinos? ¿Te parece que esto puede diferenciarte de ciertas autoras que trabajan temas a priori "femeninos" o no pensás la literatura en esos términos?

–La masculinidad no siempre está bien reconocida en la literatura. Rara vez las historias de hombres resuenan tanto como las de mujeres. No estaba planeado, simplemente sucedió. Observar a los demás es lo que siempre he hecho. La brutalidad humana y el fin de todos y de todo son temas recurrentes en mis libros. Tal vez tenga afinidad por descifrar esas brutalidades, sentimientos de fraternidad y fracaso que nos persiguen a todos. Hablo desde la perspectiva masculina porque siempre he tenido hombres a mi alrededor. He visto sus fracasos, su dolor y su angustia.

–Tu novela retoma un "apocalipsis que no fue" y un mundo en ruinas. ¿Qué te interesaba de narrar esto?

–Durante muchos años, dentro de una cultura judeocristiana, esperé el apocalipsis. Todo el mundo a mi alrededor se preparaba para ello. Era frecuente oír hablar de él en los servicios dirigidos por un pastor o en conversaciones casuales entre conocidos. A lo largo de mi vida, he llegado a comprender que el miedo al final y a la muerte es un mecanismo de control. Pero de lo que es difícil escapar es de que sí, todos llegaremos a un final. El apocalipsis es el fin colectivo de una era, de una civilización. Esto es aterrador cuando estamos preparados para ello desde una edad temprana. Al final, estamos atrapados en este mecanismo por el miedo a perder nuestro dinero, nuestros amores, nuestra familia. Edgar Wilson, el protagonista de mis libros, siempre deja claro que no teme a la muerte ni al final. Aunque le intrigue.

Búfalos salvajes, de Ana Paula Maia (Eterna cadencia). Foto: gentileza editorial.Búfalos salvajes, de Ana Paula Maia (Eterna cadencia). Foto: gentileza editorial.

–Mencionabas a Edgar Wilson, el protagonista de esta novela y también de varias anteriores. Es un personaje intrigante, entre otras razones, por su relación casi mística con la muerte. ¿Cómo lo pensaste? ¿Qué te interesa de él?

–Me ha acompañado durante casi todos mis años de escritura. Tiene poderes ocultos, una aguda percepción del mundo profundo. No se deja llevar por sentimientos superficiales ni por palabras vacías. Surgió como un matarife de cerdos al que le gustaba apostar en peleas de perros. Este libro no se ha publicado en Argentina. Se titula Entre peleas de perros y cerdos sacrificados. Edgar Wilson condensa lo sagrado y lo profano. Es silencioso y, de algún modo, no anhela casi nada.

–Volviendo a los animales, aparece mucho la carne en tu obra, en relación al matadero y a estos seres no humanos. ¿Qué lugar ocupan los animales en tu obra? ¿Creés que nos pueden llevar a reflexiones sobre la humanidad?

–Creo que estamos estrechamente relacionados con los animales. En mi obra, los animales ocupan el mismo lugar de importancia que los seres humanos. Es un protagonismo que se manifiesta codo con codo. No sólo porque compartimos los mismos espacios, sino porque comemos su carne y bebemos su sangre. Es una relación profunda de la que no siempre nos damos cuenta, pero estamos llenos de la sangre y la carne de las que nos alimentamos. De este modo, nos volvemos más animales. ¿Más bestiales? Tal vez.

–Otro tópíco central en tu literatura es la violencia. También la narrás con mucha crudeza. Lo mismo ocurre con la muerte. ¿Qué te atrae de estos temas para escribir?

–Tenemos muy poco control sobre lo que nos rodea. Conseguimos controlar algunos impulsos, seleccionar lo que comemos, lo que vestimos, etc. Pero la muerte, especialmente la precedida por la violencia o por accidentes inesperados, no la controlamos en absoluto. Basta con leer las noticias o hablar con la gente. Mis reflexiones literarias también pasan por el ámbito de la sorpresa. Aquello que nos hace desviarnos de nuestra ruta o propósito. Puede ser una muerte física, pero en algunos casos es una muerte del alma.

La escritora Ana Paula Maia de Brasil durante su visita a Buenos Aires, Argentina para el encuentro FILBA. Foto. Maxi Failla.La escritora Ana Paula Maia de Brasil durante su visita a Buenos Aires, Argentina para el encuentro FILBA. Foto. Maxi Failla.

–Mencionabas las noticias. Hablemos un poco de la actualidad. ¿Cómo ves el presente de la literatura latinoamericana y de las escritoras en particular?

–Veo que la literatura latinoamericana está en auge. Hay escritores de gran talento con textos impresionantes. Para mí, las escritoras argentinas ya han creado una revolución literaria con los mejores textos e historias de los últimos tiempos.

–Tu literatura trabaja bastante entre lo distópico y lo post apocalíptico. ¿Qué te interesa de estos futuros posibles?

–La incertidumbre del futuro.

–En relación a esto, ¿Creés que la literatura contemporánea puede imaginar un futuro que no sea el apocalipsis?

–Sí, creo que sí. Creo que la literatura en general explora estos aspectos oscuros del alma humana; de incertidumbre y finitud. Son temas recurrentes. Creo en el apocalipsis íntimo que nos destruye individualmente. Nos liquida o nos hace renacer. Apocalipsis significa revelación. Creo que el apocalipsis individual nos sucede a todos cuando nos enfrentamos a revelaciones sobre quiénes somos, qué somos. Enfrentarse a algunas revelaciones personales puede ser el final de algo para que lo nuevo pueda afianzarse en ti. Nuestros problemas interiores revelados pueden dar lugar a un apocalipsis individual. La literatura, por último, se ha centrado en ello. Hoy en día, sin embargo, experimentamos este sentimiento de forma colectiva. Algo se ha roto, se ha corrompido. Tal vez la humanidad haya experimentado algo similar en otras épocas. No lo sé. Ahora estamos aquí. Sintiéndonos colectivamente un poco vagos, dirigiéndonos hacia un futuro en el que las máquinas pueden subyugarnos y el miedo, este mecanismo de control, puede ser aún más constante.

Ana Paula Maia básico
  • Escritora y guionista. Es autora de De ganado y hombres, Así en la tierra como debajo de la tierra, ganadora del premio de Literatura San Pablo 2018, entre otros.
  • Sus libros están traducidos en Serbia, Alemania, Argentina, Francia, Italia, Estados Unidos y España.
  • En el cine, adaptó la novela de romance mexicana Santa María del Circo.
  • Es guionista de televisión y desarrolla series dramáticas.

Búfalos salvajes, de Ana Paula Maia (Eterna Cadencia).

Clarin

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